B. Usar el proceso para fomentar la resiliencia.

E

l acompañamiento emocional de una niña, niño o adolescente víctima de ciberdelitos sexuales tiene el objetivo central de utilizar el proceso de protección para fortalecer a la persona. La premisa fundamental es que el acto de pedir y recibir protección fomenta la resiliencia de la persona para, a partir de los retos enfrentados en su vida, encaminar decisiones y acciones hacia un futuro deseado.

Una parte importante de este proceso emocional se trabaja desde espacios terapéuticos. Sin embargo, el proceso de justicia en sí ofrece una enorme oportunidad para imprimir percepciones sobre sí mismo y las propias capacidades que reemplacen la desesperanza y vulnerabilidad interiorizada a causa de la violencia.

El proceso de justicia será –para bien o para mal-, una vivencia significativa en la vida y en la psique de la niña, niño o adolescente. Su estrecha relación simbólica con la violencia vivida hace que todo lo que suceda en ese marco deje una huella importante en su persona. Esta huella puede ser negativa a partir de experiencias revictimizantes que la dejan más desvalida emocionalmente de lo que se encontraba antes de enfrentar la justicia. Sin embargo, con el acompañamiento adecuado, esta huella puede ser enormemente positiva dejando a la niña, niño o adolescente fortalecido y seguro de sus propias capacidades para enfrentar la adversidad y salir adelante.

El acompañamiento usa el proceso de justicia como herramienta primordial, utilizando de manera general, las grandes etapas del proceso para trabajar diversos objetivos, así como las diligencias mismas del proceso para fomentar aspectos particulares de la resiliencia humana.

Sobre las etapas del proceso, el acompañamiento hace uso del encuadre; la participación álgida; el impase y espera; así como el cierre para trabajar objetivos particulares con la niña, niño o adolescente.

A través del proceso de justicia, cada diligencia se trabaja en su preparación, en su producción y en la reflexión posterior para incorporarla como una experiencia de empoderamiento y resiliencia en ella o él.

El acompañamiento se lleva a cabo a través de sesiones de trabajo con metas particulares. La frecuencia y duración de cada sesión variará según el caso y variará según la etapa del proceso. Durante la etapa álgida, se deberá esperar que las sesiones sean frecuentes, por lo menos antes, durante y después de cada participación procesal. Sin embargo conforme la niña, niño o adolescente  ha terminado de desahogar sus participaciones, el acompañamiento se irá espaciando. A diferencia de una intervención terapéutica, el acompañamiento va de la mano del proceso de protección para la niña, niño o adolescente.